Архитектура Аудит Военная наука Иностранные языки Медицина Металлургия Метрология
Образование Политология Производство Психология Стандартизация Технологии


Un punto negro en el horizonte



La proximidad del mediodía me hizo pensar otra vez en Cartagena. Pensé que era imposible

que no hubieran advertido mi desaparición. Hasta llegué a lamentar el haber alcanzado la

balsa, pues me imaginé por un instante que mis compañeros habían sido rescatados, y que

el único que andaba a la deriva era yo, porque la balsa había sido empujada por la brisa.

Incluso atribuí a la mala suerte el haber alcanzado la balsa.

No había acabado de madurar esa idea cuando creí ver un punto en el horizonte. Me

incorporé con la vista fija en aquel punto negro que avanzaba. Eran las once y cincuenta.

Miré con tanta intensidad, que en un momento el cielo se llenó de puntos luminosos. Pero

el punto negro seguía avanzando, directamente hacia la balsa. Dos minutos después de

haberlo descubierto empecé a ver perfectamente su forma. A medida que se acercaba por el

cielo, luminoso y azul, lanzaba cegadores destellos metálicos. Poco a poco se fue

definiendo entre los otros puntos luminosos. Me dolía el cuello y ya no soportaba el

resplandor del cielo en los ojos. Pero seguía mirándolo: era brillante, veloz, y venía

directamente hacia la balsa. En ese instante no me sentí feliz. No sentí una emoción

desbordada. Sentí una gran lucidez y una serenidad extraordinaria, de pie en la balsa,

mientras el avión se acercaba. Calmadamente me quité la camisa. Tenía la sensación de que

sabía cuál era el instante preciso en que debía empezar a hacer señas con la camisa.

Permanecí un minuto, dos minutos, con la camisa en la mano, esperando a que el avión se

acercara un poco más. Venía directamente hacia la balsa. Cuando levanté el brazo y empecé

a agitar la camisa, oía perfectamente, por encima del ruido de las olas, el creciente y

vibrante ruido de sus motores.

V

Yo tuve un compañero a bordo de la balsa

Agité la camisa desesperadamente, durante cinco minutos por lo menos. Pero pronto me di

cuenta de que me había equivocado: el avión no venía hacia la balsa. Cuando vi crecer el

punto negro me pareció que pasaría por encima de mí cabeza. Pero pasó muy distante y a

una altura desde la cual era imposible que me vieran. Luego dio una larga vuelta, tomó la

dirección de regreso y empezó a perderse en el mismo lugar del cielo por ,donde había

aparecido. De pie en la balsa, expuesto al sol ardiente, estuve mirando el punto negro. sin

pensar en nada, hasta cuando se borró por completo en el horizonte. Entonces volví a

sentarme. Me sentí desgraciado, pero como aún no había perdido la esperanza, decidí tomar

precauciones para protegerme del sol. En primer término no debía exponer los pulmones a

los rayos solares. Eran las doce del día. Llevaba exactamente 24 horas en la balsa. Me

acosté de cara al cielo en la borda y me puse sobre el rostro la camisa húmeda. No traté de

dormir porque sabía el peligro que me amenazaba si me quedaba dormido en la borda.

Pensé en el avión: no estaba muy seguro de que me estuviera buscando. No me fue posible

identificarlo.

Allí, acostado en la borda, sentí por primera vez la tortura de la sed. Al principio fue la

saliva espesa y la sequedad en la garganta. Me provocó tomar agua del mar, pero sabía que

me perjudicaba. Podría tomar un poco, más tarde. De pronto me olvidé de la sed. Allí

mismo, sobre mi cabeza, más fuerte que el ruido de las olas, oí el ruido de otro avión.

Emocionado, me incorporé en la balsa. El avión se acercaba, por donde había llegado el

otro, pero este venía directamente hacia la balsa. En el instante en que pasó sobre mi cabeza

volví a agitar la camisa. Pero iba demasiado alto. Pasó de largo; se fue; desapareció. Luego

dio la vuelta y lo vi de perfil sobre el horizonte, volando en la dirección en que había

llegado. "Ahora me están buscando", pensé. Y esperé en la borda, con la camisa en la

mano, a que llegaran nuevos aviones.

Algo había sacado en claro de los aviones: aparecían y desaparecían por un mismo punto.

Eso significaba que allí estaba la tierra. Ahora sabía hacía dónde debía dírigirme. ¿Pero

cómo? Por mucho que la balsa hubiera avanzado durante la noche, debía estar aún muy

lejos de la costa. Sabía en qué dirección encontrarla, pero ignoraba en absoluto cuánto

tiempo debía remar, con aquel sol que empezaba a ampollarme la piel y con aquella hambre

que me dolía en el estómago. Y sobre todo, con aquella sed. Cada vez me resultaba más

difícil respirar.

A las 12.35, sin que yo hubiera advertido en qué momento, llegó un enorme avión negro,

con pontones de acuatizaje, pasó bramando por encima de mi cabeza. El corazón me dio un

salto. Lo vi perfectamente. El día era muy claro, de manera que pude ver nítidamente la

cabeza de un hombre asomado a la cabina, examinando el mar con un par de binóculos

negros. Pasó tan bajo, tan cerca de mi, que me pareció sentir en el rostro el fuerte aletazo de

sus motores. Lo identifiqué perfectamente por las letras de sus alas: era un avión del

servicio de guardacostas de la Zona del Canal.

Cuando se alejó trepidando hacia el interior del Caribe no dudé un solo instante de que el

hombre de los binóculos me había visto agitar la camisa. -¡Me han descubierto!", grité,

dichoso, todavía agitando la camisa. Loco de emoción, me puse a dar saltos en la balsa.

¡Me habían visto!

Antes de cinco minutos, el mismo avión negro volvió a pasar en la dirección contraria, a

igual altura que la primera vez. Volaba inclinado sobre el ala izquierda y en la ventanilla de

ese lado vi de nuevo, perfectamente, al hombre que examinaba el mar con los binóculos.

Volví a agitar la camisa. Ahora no la agitaba desesperadamente. La agitaba con calma, no

como sí estuviera pidiendo auxilio, sino como lanzando un emocionado saludo de

agradecimiento a mis descubridores.

A medida que avanzaba me pareció que iba perdiendo altura. Por un momento estuvo

volando en línea recta, casi al nivel del agua. Pensé que estaba acuatizando y me preparé a

remar hacía el lugar en que descendiera. Pero un instante después volvió a tomar altura, dio

la vuelta y pasó por tercera vez sobre mi cabeza. Entonces no agité la camisa con

desesperación. Aguardé que estuviera exactamente sobre la balsa. Le hice una breve señal y

esperé que pasara de nuevo, cada vez más bajo. Pero ocurrió todo lo contrarío: tomó altura

rápidamente y se perdió por donde había aparecido. Sin embargo, no tenía por qué

preocuparme. Estaba seguro de que me habían visto. Era imposible que no me hubieran

visto, volando tan bajo y exactamente sobre la balsa. Tranquilo, despreocupado y feliz, me

senté a esperar.

Esperé una hora. Había sacado una conclusión muy importante: el punto donde aparecieron

los primeros aviones estaba sin duda sobre Cartagena. El punto por donde desapareció el

avión negro estaba sobre Panamá. Calculé que remando en línea recta, desviándome un

poco de la dirección de la brisa llegaría aproximadamente al balneario de Tolú. Ese era más

o menos el punto intermedio entre los dos puntos por donde desaparecieron los aviones.

Habla calculado que en una hora estarían rescatándome. Pero la hora pasó sin que nada

ocurriera en el mar azul, limpio y perfectamente tranquilo. Pasaron dos horas más. Y otra y

otra, durante las cuales no me moví un segundo de la borda. Estuve tenso, escrutando el

horizonte sin pestañear. El sol empezó a descender a las cinco de la tarde. Aún no perdía las

esperanzas, pero comencé a sentirme intranquilo. Estaba seguro de que me habían visto

desde el avión negro, pero no me explicaba cómo había transcurrido tanto tiempo sin que

vinieran a rescatarme. Sentía la garganta seca. Cada vez me resultaba más difícil respirar.

Estaba distraído, mirando el horizonte, cuando, sin saber por qué, di un salto y caí en el

centro de la balsa. Lentamente, como cazando una presa, la aleta dé un tiburón se deslizaba

a lo largo de la borda.


Поделиться:



Последнее изменение этой страницы: 2019-04-19; Просмотров: 577; Нарушение авторского права страницы


lektsia.com 2007 - 2024 год. Все материалы представленные на сайте исключительно с целью ознакомления читателями и не преследуют коммерческих целей или нарушение авторских прав! (0.025 с.)
Главная | Случайная страница | Обратная связь