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Sobre la medida en la disposiciуn de los medios




Antiguamente, los guerreros expertos se hacнan a sн mismos invencibles en primer lugar, y despuйs aguardaban para descubrir la vulnerabilidad de sus adversarios.

Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabili-dad del adversario significa conocer a los demбs.

La invencibilidad estб en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.

Por esto, los guerreros expertos pueden ser invencibles, pero no pueden hacer que sus adversarios sean vulnerables.

Si los adversarios no tienen orden de batalla sobre el que informarse, ni negligencias o fallos de los que aprovecharse, їcуmo puedes vencerlos aunque estйn bien pertrechados? Por esto es por lo que se dice que la victoria puede ser percibida, pero no fabricada.

La invencibilidad es una cuestiуn de defensa, la vulnerabilidad, una cuestiуn de ataque.

Mientras no hayas observado vulnerabilidades en el orden de batalla de los adversarios, oculta tu propia formaciуn de ataque, y prepбrate para ser invencible, con la finalidad de preservarte. Cuando los adversarios tienen уrdenes de batalla vulnerables, es el momento de salir a atacarlos.

La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia.

Los expertos en defensa se esconden en las profundidades de la tierra; los expertos en maniobras de ataque se esconden en las mбs elevadas alturas del cielo. De esta manera pueden protegerse y lograr la victoria total.

En situaciones de defensa, acallбis las voces y borrбis las huellas, escondidos como fantasmas y espнritus bajo tierra, invisibles para todo el mundo. En situaciones de ataque, vuestro movimiento es rбpido y vuestro grito fulgurante, veloz como el trueno y el relбmpago, para los que no se puede uno preparar, aunque vengan del cielo.

Prever la victoria cuando cualquiera la puede conocer no constituye verdadera destreza. Todo el mundo elogia la victoria ganada en batalla, pero esa victoria no es realmente tan buena.

Todo el mundo elogia la victoria en la batalla, pero lo verdaderamente deseable es poder ver el mundo de lo sutil y darte cuenta del mundo de lo oculto, hasta el punto de ser capaz de alcanzar la victoria donde no existe forma.

No se requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es necesario tener una vista aguda para ver el sol y la luna, ni se necesita tener mucho oнdo para escuchar el retumbar del trueno.

Lo que todo el mundo conoce no se llama sabidurнa; la victoria sobre los demбs obtenida por medio de la batalla no se considera una buena victoria.

En la antigьedad, los que eran conocidos como buenos guerreros vencнan cuando era fбcil vencer.

Si sуlo eres capaz de asegurar la victoria tras enfrentarte a un adversario en un conflicto armado, esa victoria es una dura victoria. Si eres capaz de ver lo sutil y de darte cuenta de lo oculto, irrumpiendo antes del orden de batalla, la victoria asн obtenida es un victoria fбcil.

En consecuencia, las victorias de los buenos guerreros no destacan por su inteligencia o su bravura. Asн pues, las victorias que ganan en batalla no son debidas a la suerte. Sus victorias no son casualidades, sino que son debidas a haberse situado previamente en posiciуn de poder ganar con seguridad, imponiйndose sobre los que ya han perdido de antemano.

La gran sabidurнa no es algo obvio, el mйrito grande no se anuncia. Cuando eres capaz de ver lo sutil, es fбcil ganar; їquй tiene esto que ver con la inteligencia o la bravura? Cuando se resuelven los problemas antes de que surjan, їquiйn llama a esto inteligencia? Cuando hay victoria sin batalla, їquiйn habla de bravura?

Asн pues, los buenos guerreros toman posiciуn en un terreno en el que no pueden perder, y no pasan por alto las condiciones que hacen a su adversario proclive a la derrota.

En consecuencia, un ejйrcito victorioso gana primero y entabla la batalla despuйs; un ejйrcito derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria despuйs.

Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados.

Los que utilizan bien las armas cultivan el Camino y observan las leyes. Asн pueden gobernar prevaleciendo sobre los corruptos.

Servirse de la armonнa para desvanecer la oposiciуn, no atacar un ejйrcito inocente, no hacer prisioneros o tomar botнn par donde pasa el ejйrcito, no cortar los бrboles ni contaminar los pozos, limpiar y purificar los templos de las ciudades y montaсas del camino que atraviesas, no repetir los errores de una civilizaciуn decadente, a todo esto se llama el Camino y sus leyes.

Cuando el ejйrcito estб estrictamente disciplinado, hasta el punto en que los soldados morirнan antes que desobedecer las уrdenes, y las recompensas y los castigos merecen confianza y estбn bien establecidos, cuando los jefes y oficiales son capaces de actuar de esta forma, pueden vencer a un Prнncipe enemigo corrupto.

Las reglas militares son cinco: mediciуn, valoraciуn, cбlculo, comparaciуn y victoria. El terreno da lugar a las mediciones, йstas dan lugar a las valoraciones, las valoraciones a los cбlculos, йstos a las comparaciones, y las comparaciones dan lugar a las victorias.

Mediante las comparaciones de las dimensiones puedes conocer dуnde se haya la victoria o la derrota.

En consecuencia, un ejйrcito victorioso es como un kilo comparado con un gramo; un ejйrcito derrotado es como un gramo comparado con un kilo.

Cuando el que gana consigue que su pueblo vaya a la batalla como si estuviera dirigiendo una gran corriente de agua hacia un caсуn profundo, esto es una cuestiуn de orden de batalla.

Cuando el agua se acumula en un caсуn profundo, nadie puede medir su cantidad, lo mismo que nuestra defensa no muestra su forma. Cuando se suelta el agua, se precipita hacia abajo como un torrente, de manera tan irresistible como nuestro propio ataque.

 


C A P I T U L O V

Sobre la firmeza


La fuerza es la energнa acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los expertos son capaces de vencer al enemigo creando una percepciуn favorable en ellos, asн obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza.

Gobernar sobre muchas personas como si fueran poco es una cuestiуn de dividirlas en grupos o sectores: es organizaciуn. Batallar contra un gran nъmero de tropas como si fueran pocas es una cuestiуn de demostrar la fuerza, sнmbolos y seсales.

Se refiere a lograr una percepciуn de fuerza y poder en la oposiciуn. En el campo de batalla se refiere a las formaciones y banderas utilizadas para desplegar las tropas y coordinar sus movimientos.

Lograr que el ejйrcito sea capaz de combatir contra el adversario sin ser derrotado es una cuestiуn de emplear mйtodos ortodoxos o heterodoxos.

La ortodoxia y la heterodoxia no es algo fijo, sino que se utilizan como un ciclo. Un emperador que fue un famoso guerrero y administrador, hablaba de manipular las percepciones de los adversarios sobre lo que es ortodoxo y heterodoxo, y despuйs atacar inesperadamente, combinando ambos mйtodos hasta convertirlo en uno, volviйndose asн indefinible para el enemigo.

Que el efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas sobre huevos, es una cuestiуn de lleno y vacнo.

Cuando induces a los adversarios a atacarte en tu territorio, su fuerza siempre estб vacнa (en desventaja); mientras que no compitas en lo que son los mejores, tu fuerza siempre estarб llena. Atacar con lo vacнo contra lo lleno es como arrojar piedras sobre huevos: de seguro se rompen.

Cuando se entabla una batalla de manera directa, la victoria se gana por sorpresa.

El ataque directo es ortodoxo. El ataque indirecto es heterodoxo.

Sуlo hay dos clases de ataques en la batalla: el extraordinario por sorpresa y el directo ordinario, pero sus variantes son innumerables. Lo ortodoxo y lo heterodoxo se originan recнprocamente, como un cнrculo sin comienzo ni fin; їquiйn podrнa agotarlos?

Cuando la velocidad del agua que fluye alcanza el punto en el que puede mover las piedras, йsta es la fuerza directa. Cuando la velocidad y maniobrabilidad del halcуn es tal que puede atacar y matar, esto es precisiуn. Lo mismo ocurre con los guerreros expertos: su fuerza es rбpida, su precisiуn certera. Su fuerza es como disparar una catapulta, su precisiуn es dar en el objetivo previsto y causar el efecto esperado.

El desorden llega del orden, la cobardнa surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.

Si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraerlos, primero tienes que organizar el orden, porque sуlo entonces puedes crear un desorden artificial. Si quieres fingir cobardнa para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que ser extremadamente valiente, porque sуlo entonces puedes actuar como tнmido de manera artificial. Si quieres fingir debilidad para inducir la arrogancia en tus enemigos, primero has de ser extremadamente fuerte porque sуlo entonces puedes pretender ser dйbil.

El orden y el desorden son una cuestiуn de organizaciуn; la cobardнa es una cuestiуn valentнa y la de нmpetu; la fuerza y la debilidad son una cuestiуn de la formaciуn en la batalla.

Cuando un ejйrcito tiene la fuerza del нmpetu (percepciуn), incluso el tнmido se vuelve valiente, cuando pierde la fuerza del нmpetu, incluso el valiente se convierte en tнmido. Nada estб fijado en las leyes de la guerra: йstas se desarrollan sobre la base del нmpetu.

Con astucia se puede anticipar y lograr que los adversarios se convenzan a sн mismos cуmo proceder y moverse; les ayuda a caminar por el camino que les traza. Hace moverse a los enemigos con la perspectiva del triunfo, para que caigan en la emboscada.

Los buenos guerreros buscan la efectividad en la batalla a partir de la fuerza del нmpetu (percepciуn) y no dependen sуlo de la fuerza de sus soldados. Son capaces de escoger a la mejor gente, desplegarlos adecuadamente y dejar que la fuerza del нmpetu logre sus objetivos.

Cuando hay entusiasmo, convicciуn, orden, organizaciуn, recursos, compromiso de los soldados, tienes la fuerza del нmpetu, y el tнmido es valeroso. Asн es posible asignar a los soldados por sus capacidades, habilidades y encomendarle deberes y responsabilidades adecuadas. El valiente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de centinela, y el inteligente puede estudiar, analizar y comunicar. Cada cual es ъtil.

Hacer que los soldados luchen permitiendo que la fuerza del нmpetu haga su trabajo es como hacer rodar rocas. Las rocas permanecen inmуviles cuando estбn en un lugar plano, pero ruedan en un plano inclinado; se quedan fijas cuando son cuadradas, pero giran si son redondas. Por lo tanto, cuando se conduce a los hombres a la batalla con astucia, el impulso es como rocas redondas que se precipitan montaсa abajo: йsta es la fuerza que produce la victoria.

 


C A P I T U L O VI


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